lunes, 18 de octubre de 2010

Me encanta escucharte hablar, que elegancia hacerte sentir mal. Solo quiero que quisieras hoy, demostrarte lo que soy... Poco a poco ganó mi odio, no quisiste algo más y me quedé hasta el final. Y me creí tan especial, que ingenua, mi torpeza. Y me sentí tan esencial, que ingenua, mi vergüenza. Me olvidaste, por mi parte, que mediocre...

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